Sin una base espiritual, no puede existir sociedad alguna. Sin una práctica espiritual, reina el desorden. Incluso el más tibio de los rezos origina vibraciones que se transmiten por el aire y se mueven a la oración, del mismo modo que las cuerdas de la guitarra se estremecen cuando entran en armonía con las notas que emite el piano. Nuestros mayores nos han hablado en numerosas ocasiones de que la importancia es invocar la voz y cantar en dicha y armonía, de dejar que la belleza fluya en nuestros corazones, y nos han dicho: “Recemos unidos, hagamos las cosas unidos”. Los hombres no se reúnen para rezar, solo por motivos sociales; las voces unidas despliegan una gran fuerza. Es la fuerza de la naturaleza humana que recompone el tejido sagrado de la luz en respuesta al fervor de la comunidad entera. Todo cuanto vemos es el reflejo de la conciencia y para poder ver es preciso que retiremos los velos que cubren nuestros ojos, que desechemos las ilusiones que nos limitan en el tiempo y en el espacio, las ilusiones que nos limitan en el tiempo y en el espacio, las ilusiones que nos hacen creer que vivimos desunidos, no estamos desunidos, todos estamos juntos. Cuando unimos nuestros corazones en la oración, en el canto, en la danza sagrada, en la siembra, estamos devolviendo a la Tierra una parte de lo que tomamos de ella, estamos sembrando las semillas de una buena causa.
Los atributos de la risa, la alegría y la tristeza, y nuestros pensamientos y acciones, tejen el tapiz de la vida. La práctica espiritual transforma las ideas conflictivas y desarrolla la percepción de nosotros mismos y del universo como formas de energía, tonalidades, aspectos complementarios que buscan el equilibrio y la resolución. De nuestros corazones surge un canto, como comunidad de seres humanos que compartimos y creamos conjuntamente nuestro entorno. Es un canto de paz planetaria, la cooperación planetaria. Nos convoca a transformar las emociones conflictivas, a revelar la beatitud inherente. Habla siempre de la mejor manera de ti mismo y de los demás, sé consciente del avance y del cambio y afirma el poder curativo del pensamiento pacífico. Mantén la forma de la paz. Comprende que nuestros pensamientos y nuestros actos dan forma al mañana. Cada uno de nosotros contribuye a las cosas que resuelven de manera pacífica. Nuestros corazones forman una unidad con el corazón de la tierra.
Un rasgo común de la filosofía de los nativos norteamericanos es el concepto de que todos tenemos un propósito, un deber espiritual que cumplir. La religión de los pueblos indígenas enseña que mantenemos una relación espiritual con todo cuanto nos rodea y somos responsables de ello. La relación espiritual percibe los pensamientos de acción clara, de comunicación entre las personas que actúan en armonía. Para generar los medios que permiten que esto suceda, hemos seguido durante generaciones un complejo sistema de ceremonias y ciclos estacionales de relación. Mis familiares dicen que estamos en este mundo desde hace mas de 133,000 años, que es el período de desarrollo de la mente humana en esta tierra. Ha habido cuatro creaciones antes de ésta de modo que nos encontramos en la Quinta Creación, el Quinto Mundo. La Quinta Creación al igual que el mismo tono en música es la oportunidad para acceder a una nueva esfera.
Ahora podemos entrar en el sendero de la belleza, el sendero de la recta acción, de las buenas relaciones, de la intención clara. Tal es la determinación que hemos de adoptar cuando finalice este quinto ciclo…
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