Después del reinado de Itzcoatl en cuya época se consolido la famosa triple alianza entre los soberanos de Texcoco, Tenochtitlan y Tlacopan el centro paso a manos de Moctezuma quien en los años de 1456 y 1457 anexo a sus ya extensos dominios el pequeño Reino de Ahuilizapan y los Cacicazgos de Cuatochco y Cuetlaxtalan, vecinos de la comarca de Huilango, hasta 1481 cuando se sublevaron, por lo que el soberano del Anahuac envió a la región un brillante ejercito que reconquisto estos lugares.
Entre los caudillos que vinieron a apaciguar a la comarca se hallaban un joven Acolhua, de la familia real de Texcoco, llamado Tecpatlcohuatl, (Culebra de Pedernal), quien educado durante quince años por su tío abuelo el rey sabio Netzahualcóyotl, aprendió el culto de Dios único y desconocido, rechazando la adoración de los falsos ídolos aztecas.
Una vez sojuzgado el Señorío de Cuautochco, el monarca le permitió habitar en el donde años mas tarde tomo por compañera a una joven muy hermosa de la región llamada Xochitlxalla (Flor de la arena)
Cuando nació la más pequeña de sus hijas, sus cuatro hermanos mayores, la llamaron Quetzalitzli que en lengua nahua quiere decir esmeralda.
Una vez convertida en una hermosa doncella que recorría en compañía de sus hermanos, su anciano padre decía que parecía una garza entre cuatro jóvenes halcones, quienes gustaban de la caza del mazatly el Tochtli en las selvas vírgenes llanuras de Toxpan, cerca Cuautochco hasta las llanuras de Toxpan, cerca del vasto Lomerío de Huilango.
Fue así como empezaron a llamarla también con el nombre del ave secular que les complacía por que evocaba las legendarias comarcas de Aztlan y Teoculhuacan, tierras de sus antepasados.
Por el año de 1518, cuando se supo de la llegada de hombres extraños que arribaban a las playas de Chalchicueyecan, sus habitantes evocaron con temor la leyenda de Quetzalcoatl.
Cuando al año siguiente el capitán Hernán Cortes desembarco en las costas internándose hasta la gran Tenochtitlan la profecía quedo totalmente cumplida.
El anciano Tecpatlcohua reunió a su familia y abandonaron Cuautochco refugiandose en los llanos de Tochpan, en las regiones de Huilango, cerca de las cinco lagunas que allí se formaban en aquellos tiempos.
Poco tiempo después Gonzalo de Sandoval, al frente de 200 infantes conquisto la región, que fue repartida en encomiendas. Dice la historia que la mano de los conquistadores fue de hierro para los vencidos, quienes quedaron bajo el pesado yugo de la esclavitud.
Pero la leyenda de Quetzalitzin cuenta que la hermosa joven, junto con sus hermanos que conocían perfectamente la región de Tochpan, se refugiaron cerca de la laguna del Tecomate, donde vivían de la pesca y la caza del Mazatl, el Tochtli y la paloma de Huilotl, que abundaban en aquellos lugares.
Sin embargo, llego el día en que la doncella, mientras buscaba pececillos entre los juncos de una de las lagunas, fue descubierta por un grupo de españoles que excursionaban por el lugar.
Presto, don Guillen, quien iba al frente del grupo, quedo maravillado de sus hermosura y solicito para si a la bella muchacha.
Completamente ajena al peligro que la acechaba, la virgen india se afanaba en pescar algunos pececillos metiéndose al agua hasta la cintura con su redecilla de pesca cuando los españoles, por órdenes del impaciente Don Guillen, salieron de su escondite para apoderarse de la hermosura.
Dice la leyenda que cuando estaban a punto de tomarla por sorpresa, cuatro rápidos halcones se abalanzaron sobre el grupo rasguñándoles con las afiladas garras las manos y la cara, y arremetiendo después contra Don Guillen, quien sorprendido desenvaino su cuchillo para defenderse de las furiosas aves.
Gracias a su fortaleza el conquistador logro acercarse a la doncella y sujetarla de una mano, cuando uno de los halcones le azoto el rostro con las potentes alas haciéndole perder el equilibrio y caer al agua.
Cuando alzo la vista buscando a su presa el español vio asombrado salir de entre las malezas a una hermosa garza blanca escoltada por cuatro halcones remontando el vuelo para perderse a lo lejos del rumbo a las nevadas cumbres del Citlaltépetl.
Repuesto de la sorprendente visión, ordeno buscar a la joven de la que no se hallo mas rastro que la redecilla de pescar flotación sobre el agua y un montón de plumas blancas.
Así esta escrita la leyenda de Quetzalitzintl, la bella princesa india que huyendo del yugo hispano vino a refugiarse a tochpan, la tierra del gran conejo.
Tres siglos y medio después, cuando la tierra de las palomas convertida en Ciudad de los treinta caballeros, contaba entre sus más hermosas fincas con la hacienda de Toxpan, un grupo de Señores decidido ir a cazar patos que en esos días del otoño empezaban a llegar a las lagunas de Toxpan.
Ya habían cobrado varias piezas cuando un caballero, oculto entre los cañaverales esperando su turno para disparar, vio de pronto una hermosa garza posarse cerca de la orilla de Tecomate.
Echándose la escopeta al hombro apunto cuidadosamente y casi a punto de jalar el gatillo se quedo helado de asombro… allí, frente a el, a unos ocho metros de distancia, estaba una bellísima joven ataviada con un exótico traje que recordaba el amplio huipilli de una india.
Por un momento creyó el cazador que soñaba aquella bella aparición envuelta en los últimos reflejos del sol poniente que doraba la laguna esfumándose y confundiéndose con el blanco plumaje de un ave que abriendo las alas cruzo el pantano.
Sin salir de su asombro el caballero regreso con el grupo y explico la fantástica visión que había tenido, Los criados de la hacienda de Toxpan contaron a los cazadores de la leyenda de Quetzalitzin, la bella princesa que vivía oculta entre los juncos de las lagunas y que a la hora de los crepúsculos, transformada en garza emprendida el vuelo libre y majestuoso rumbo a las seculares regiones de Aztlan y Teocolhuacan en las legendarias tierras de la mitología Acolhua.
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